La mamá de Diego Schwartzman, a corazón abierto: "Cuando me contó que se retiraba fue el peor día de mi vida"
Con TyC Sports, Silvana Daiez cuenta cómo se enteró de la decisión, las dificultades que pasaron viajando por el país y los momentos más difíciles que atravesaron.

Diego Schwartzman saldrá a la cancha esta miércoles para enfrentar a Nicolás Jarry en lo que podría ser su último partido como profesional. Silvana Daiez, madre del exnúmero ocho del mundo, revela en una charla con TyCSports.com cómo se siente respecto al retiro de su hijo, quien anunció en mayo de 2024 que se despediría del tenis en el campeonato de su ciudad natal: "Cuándo me enteré fue el peor día de mi vida. Yo lo acompañé a todos lados por el tenis, y en este momento siento una mezcla de emociones muy fuerte. Primero felicidad, por todo lo que logró, pero también una angustia increíble porque no va a seguir".
Silvana, tenista desde chica, se enteró del anuncio de su hijo saliendo de jugar: "Vino un amigo y me dijo: 'Decime que es mentira lo que están diciendo'. Él nos había contado tiempo atrás de anunciarlo oficialmente que estaba pensándolo, pero yo nunca lo quise creer, pensaba en que nunca llegaría el día. Fue el peor día de mi vida".
De todas maneras, entiende la decisión y explica que él siempre lo tuvo todo claro: "Cuando era joven ya nos decía que iba a dejar a esta edad, pero ahora ya es una realidad. El problema es que no tenía vida. El circuito no te da un respiro". Además, completa: "Se perdió el civil de su hermano Andrés porque justo entró a su primer cuadro principal en el ATP 250 de Viña del Mar (2013)". "Es tu pasión, no la mía", le dijo en varias ocasiones el Peque a su mamá. Para ella, que lo acompañó a las canchas más recónditas de Argentina, aceptar la decisión es entender que nunca más van a ir juntos a un torneo.

Yendo a los comienzos, Silvana recuerda la dura situación que atravesaba la familia cuando se enteraron de que estaba embarazada de Diego: "Cuando me dijeron que iba a tener otro hijo no lo podía creer, porque no teníamos ni para comer. Con mi hermana comprábamos hígado y lo compartíamos". La empresa familiar había quebrado, y la situación económica no daba para una boca más que alimentar. Sin embargo, la madre, muy orgullosa, confiesa: "Siempre supe que tenía algo especial en mi panza. Este pibe desde que nació es un guerrero y siempre le va a ir bien en todo lo que quiera hacer".
Cuando arrancó a practicar tenis, Ricky y Silvana no tenían para pagar la cuota todos los meses. "Nunca me voy a olvidar que cuando terminaba su hora (la que le correspondía por su ranking), él quería seguir entrenando”, recuerda ella.
En uno de esos momentos en los que no sobraba nada, Ricky anotó a Diego en un torneo en Río Hondo, Santiago del Estero (a más de 1.100 kilómetros de Capital Federal). Aunque el Peque viajaba con su mamá, el papá se encargaba de ver los nombres y a partir de eso lo aconsejaba sobre a donde ir a jugar. En los papeles, podía sumar puntos ante rivales no tan buenos, y llegaba como preclasificado número 5, pero el cuadro quedó con algunos lugares vacíos por la baja de otros competidores y se sortearon todos los cruces con los que sí se presentaron. A Schwartzman le tocó con el sembrado número 1. "Estaba a las puteadas. En el hotel me decía: 'Mirá donde nos mandó papá. No sé ni para que vinimos hasta acá'. Ahí le dije que sí ganaba, lo llevaba a las termas, pero no sabía si podíamos porque no teníamos un mango", rememora quien estuvo ahí toda su carrera. Diegui, como le dice su fan número 1, salió campeón y viajaron en un micro lechero al lugar prometido. "El micro paraba cada dos segundos, era insoportable. Nos quedamos un rato ahí y después nos fuimos", concluye.

Para el Peque, el camino fue más difícil que para el resto. Cuando le dijeron que no iba a medir más de 1.70, apareció lo único cercano a una duda de parte de quien le ganó a Rafael Nadal en Roma. Su mamá, su fan número 1, quien lo acompañó a todos lados persiguiendo el sueño de ser profesional, se queda con todo lo que lo quieren: "En el US Open le hicieron un homenaje increíble, y la directora mientras lloraba me decía todo lo que lo iba a extrañar". Hoy jugará lo que puede ser el último partido de su carrera, y seguro que por la cabeza de Silvana pasarán los viajes, las llamadas llorando cuando era un nene y viajaba por Sudamérica, y todas las batallas en las mejores canchas del mundo.
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