Tanto joder con la metáfora de la humedad, tanto recordar las viejas frases de Gustavo Alfaro, su filosofía barata y zapatos de goma, su sabiduría entre callejera, campechana y choreada, tanto reírnos de ese "ladrón profesional" -como se autodefinió alguna vez-, al final las risas se quedaron en Asunción. Fiesta paraguaya, de un plantel humilde y sin grandes figuras que se comió en un pancho a los campeones del mundo. Que le encontró las grietas por el techo, las goteras que desde hace rato hay en el área, y se filtró por ahí. Fue Paraguay la humedad, no Argentina. Y si vamos a frases hechas, conocidas, casi versículos de la biblia porteña, nada le calza mejor a este partido que una aseveración tan añeja como nuestra: lo que mata es la humedad.
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Y ojo, no sirve de nada quedarnos en lo que hubiera pasado si Daronco, el sinvergüenza de Daronco (el mismo de la plancha-penal de Pinola a Benítez en el River-Independiente de la Libertadores), echaba como correspondía a Alderete por su segundo foul a Messi en pocos minutos. Alderete, que encima metió el cabezazo del 2-1. Un gol fantasma, un gol que no debió haber existido. Pero es tan grande la diferencia entre un tricampeón del mundo y un equipo que va salteado a los mundiales; entre las megafiguras del Inter, el Manchester, el Liverpool contra los brillos escasos de Paraguay, que llorar suena casi obsceno. Mejor es tratar de entender por qué pasó lo que pasó, repasar este bajón post Copa América, tomar nota de los defectos que afloraron, de las grietas que tenemos, de la humedad que nos penetra y tratar de solucionar los problemas. Una buena cuadrilla de albañiles nos haría falta para tapar las goteras.
El resumen de Paraguay 2-1 Argentina
Si de los últimos cinco partidos, apenas ganamos dos, empatamos uno y perdimos otros dos, algo no anda bien. No es para hacer un escándalo, sí para actuar. Son casi los mismos jugadores que ganaron todo los que ahora se volvieron así de indescifrables. Vale también para Scaloni, que en Asunción armó un equipo raro, algo parecido a un 4-2-3-1 con De Paul y Enzo Fernández en la base y una línea de tres (Alexis-Messi-Julián) por detrás de Lautaro. Perdió protagonismo Mac Allister -el más titular de todos los jugadores de la Selección en Europa-, perdió influencia Julián, Messi apareció poquito, el único que cumplió con su cuota fue Lautaro y ni siquiera pudimos disfrutar el gol porque lo anularon antes de que lo gritáramos. Garnacho, elegido como solución, se quedó otra vez en insinuaciones. Está claro que el fútbol sudamericano no le sienta bien.
Poco desequilibrio adelante, entonces, y mucho atrás. Paraguay nos llegó directo, por las bandas y sobre todo por el techo. Algo habrá que hacer en ese sector para no seguir sufriendo las pelotas aéreas. Hay poca altura y los rivales nos complican con ese argumento chiquito. No nos puede pasar. No nos debe pasar.
Hay revancha enseguida, contra Perú, y luego se termina el año. Ahora que cargó las pilas, que renovó las energías que alguna vez no tuvo, Scaloni deberá estudiar las causas de este bajón y meter mano. Se sabe que no le tiembla, y eso nos deja tranquilos. Si hay que sacar un arquitecto y llamar a un peón, lo hará.
PD: Felicitaciones al Profe Alfaro, que se aguantó con ese autocontrol tremendo, que ya le conocemos, el grito de los goles en uno de los triunfos más importantes de su vida. Paraguay está en buenas manos, las de un tipo serio que lo va a llevar al gran sueño americano.
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