Centímetros o inteligencia: cómo remedia Scaloni la falta de altura
La Selección no dispone de defensores de gran talla y con Canadá sufrió los envíos aéreos. El ingreso de Oramendi y la línea de cinco achicaron el riesgo.
No necesitábamos los casi cien minutos de juego contra Canadá para darnos cuenta de que el equipo vestido de rojo sería un obstáculo áspero y escurridizo, un rival peligroso si podía disponer de varias oportunidades para convertir. Estuvo cerca de hacerlo, sobre todo en el primer tiempo y una vez más, Emiliano Martínez dio la talla en el arco argentino.
En el complemento, el partido se hizo más frenético y Canadá llegó por centros aéreos, demostrando que podía ganar en el área albiceleste por mayor presencia física, más altura. Si repasamos la estatura de los equipos, la Argentina tiene solamente a su arquero (1,94m) y al Cuti Romero (1,85m) por arriba de los 180 centímetros razonables para esas posiciones.
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Cuando el gol de Julián Álvarez ya se había producido, ambos equipos dispusieron de chances para convertir, pero por diferentes razones eso no ocurrió. Scaloni leyó los ataques del rival y entendió que necesitaba reforzar la defensa, la zaga sobre todo. Con el ingreso de Otamendi (1.83m), ganó en cantidad y en calidad, porque aumentó el número y también la estatura de los zagueros. Anoche el equipo salió con un alto como Romero y un petiso como Lisandro Martínez (1.77m), que suple esa escasez de altura para su posición con un excelente manejo de la pelota, un buen criterio a la hora de marcar y una capacidad natural para poder jugar en distintos sectores del medio o del fondo.
En el primer tiempo, el Dibu le tapó un cabezazo desde muy cerca (pero al cuerpo) a Eustaquio y en la parte final hubo dos frentazos que se fueron por encima del travesaño. La superioridad en el juego aéreo de los canadienses fue menguando con el ingreso de Otamendi, algo que había hecho el entrenador argentino en los tremendos duelos con Países Bajos y con Francia en el Mundial de Qatar. En aquellos dos partidos, ingresó Germán Pezzella para ayudar con la línea de cinco. Ese refuerzo no pudo impedir el tercer empate francés en el dramático tiempo suplementario y sirvió para cuidarse un poco más del peligro holandés antes de llegar a los benditos penales.
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Si en el básquetbol o en el vóleibol sería casi imposible competir en el alto nivel con un equipo que no tenga un buen promedio de estatura (que roce o supere los dos metros) el fútbol no es lo mismo y los jugadores más pequeños, pero veloces y hábiles, son los que pueden generar acciones deslumbrantes. Sin embargo, la altura media de todos los planteles nacionales ha aumentado claramente, producto de una mejor alimentación y un trabajo de crecimiento sobre algunos muchachos que arrastraban problemas desde su infancia.
La Argentina tiene un equipazo y un grupo de suplentes que podrían ser titulares en cualquier otro combinado mundial. Eso está claro. El punto es que Scaloni entiende la situación y acepta el desafío, sabiendo que las pelotas aéreas son una complicación defensiva más, pero quizá aumentada por la falta de defensores más espigados. Ojalá no sea más que eso.
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