Argentina, un campeón todoterreno
La Selección se adaptó a un campo imposible y jugó como pudo. Poco de Messi como para evaluar y gran respuesta de Rulli.
Rodrigo De Paul: "Horrible partido, imposible de jugar"
Todos le quieren ganar a Argentina. Todos. Es el rival a vencer, el campeón del mundo, el mejor, y ganarle suma estrella. Es una medallita, una carta de presentación. Y para eso vale cualquier cosa: hacerlo jugar a las 3 de la tarde en un sauna o en una cancha de waterpolo. No sólo Bolivia saca ventaja de su geografía: los demás también hacen lo suyo, como demostraron Colombia y Venezuela. Y mientras esté permitido, no se puede llorar demasiado.
Sí se puede decir que la Conmebol es una institución hipócrita a la que sólo le interesa el dinero. Parece una obviedad que sabe hasta un chico de cuatro años, pero vale recalcarlo porque desde la sede de Asunción se llenan la boca de lindas palabras en la lucha contra el racismo, ponen el foco en que nadie, puertas afuera, se ofenda. Truenan las multas: clink, caja. Y listo. Aunque hay una excepción: se cuida a todos menos a los jugadores, que son los protagonistas centrales. Sin ellos, no habría fútbol en los campos ni público en las tribunas. Pero para la Conmebol, evidentemente, la salud de los futbolistas está en un segundo plano. Increíble. Gracias a Dios, no hay que lamentar lesionados en Maturín, pero la realidad es que haber hecho jugar el partido en esas condiciones fue una locura. Que puso en riesgo a argentinos y venezolanos y que bajo ningún concepto sirve como imagen de Sudamérica hacia el mundo.
No es serio hacer un análisis de los noventa y pico de minutos que se jugaron en la noche caribeña. Minutos que Venezuela, obviamente, quiso jugar porque las condiciones climáticas emparejaban chances que no son parejas (ni cerca). Y que terminaron en este empate que suma poquito. Apenas un punto de seis (venimos de la derrota ante Colombia) pondrían en alerta a cualquiera, pero todos sabemos que Argentina no sufre. Que se clasificará al Mundial sin problemas, más temprano que tarde, y que transitará lo que queda de estas Eliminatorias ensayando variantes, probando jugadores, dándole paso a la necesaria renovación.
Con la sanción a Dibu Martínez, Domínguez & cía. nos ayudaron a ver que tenemos en Rulli un muy buen segundo arquero: firme en los tiros de lejos, sin dar rebotes, sacó además un cabezazo tremendo a puro reflejo. Pezzella cumplió, sobrio, y también Balerdi cuando entró. Los demás son viejos conocidos, con Otamendi destacado en las dos áreas, dispuesto a vender cara su titularidad. No se pudo evaluar a Almada porque sus gambetas se ahogaron en los charcos. Y apenas pudimos ver un rato de Messi en el segundo tiempo, cuando encontró una parcela seca e intentó tocar con Lo Celso y con De Paul, nada que nos ayude a saber si está en ritmo.
El compacto del empate entre Argentina y Venezuela
Lo mejor, en todo caso, es la capacidad de adaptación de todos (cuerpo técnico y jugadores) a la coyuntura. Si no se puede tocar, salimos con pelotazos. Si es arriesgado el pase atrás, se evita. Si no hay 8, jugamos con doble 4. Si hay que poner la patita, se hace con rigor y autoridad. Eso es inteligencia, un valor que está por encima del talento. No da para celebrar el empate, pero la Selección dio una nueva muestra de que es un campeón todoterreno. Ahora se viene una Bolivia en alza: somos locales, no hay altura ni cosas raras. En esa normalidad, ahí sí, podremos jugar al fútbol como Dios manda.
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