Cuando al minuto vimos al equipo santiagueño achicar su línea defensiva en mitad de campo, bueno, pensamos lo mejor. Para River y para el resultado: es que había una goleada en ciernes. Y así fue. Tres a cero es goleada. Desde que empezó el match, podían verse jugadores libres de River por todos lados, en una soledad absoluta, tranquilos para atacar espacios. Bastaba un pase preciso y el vacío estaba ahí, listo para ser ocupado, la situación de gol se hacía sola. Casco y Sant`Anna, los laterales en esta oportunidad, no tuvieron casi responsabilidades defensivas, con lo cual ambos sólo debían encontrar el modo creativo de generar peligro y asociarse con volantes y puntas. Ambos lo hicieron con criterio, se la pasaron a sus compañeros (esto ya es un montón), pisaron el área rival y con eso ya River mostró una carta que no había mostrado en casi todo el año. Claro, es que también para que pase todo eso te tienen que dejar.
Facundo Colidio no se está complicando a la hora de la definición y dos estupendas intervenciones suyas dejaron un score con dos goles arriba, cuando podrían haber sido muchos más, teniendo en cuenta además que el Ferroviario se quedó con diez jugadores. River llegó mucho en esa primera mitad y podría haber convertido más, pero el arquero de Central Córdoba y las fallas en la definición dejaron el resultado así. No hubo mucho del Diablito Echeverri, quien salió reemplazado por Mastantuono apenas comenzado el segundo tiempo. ¿Cuándo los podremos ver juntos un ratito? Nacho Fernández, el mejor jugador de River, también salió prontamente y el partido ahí entró en una letanía de esas que hemos visto varias veces.
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Con un rival menor, que tenía un expulsado, River empezó a transitar el match con la desidia que conocemos. Recién sobre el final pudo cerrar el partido con un buen gol de Esequiel Barco. Al respecto: ¿seis meses sin convertir y lo primero que se te ocurre hacer es ir a hacerle gestos a la gente? A Barco en la cancha ni siquiera se lo cuestiona, se le tuvo y se le tiene toda la paciencia, incluso en partidos como el último ante Boca, donde no hizo absolutamente nada. Pero hay algunos muchachos que están enojados. No sólo eran gestos de "sigan hablando", también había algún insulto como aquel de Demichelis en Córdoba hacia la platea. Perdón Barquito, pero un tercer gol sobre la hora, ante un equipo muy discreto y que tenía diez jugadores, quizas ameritaban otro tipo de festejo. En conclusión, River hizo lo que tenía que hacer, no jugó bien a pesar de haber tenido todo para hacerlo, pero, como hemos dicho varias veces, tendrá muchas de estas victorias de baja intensidad, de esas que explican a Demichelis y a sus escasos defensores.
Ahora bien, ¿cómo darle la dimensión que corresponde a este partido? Es decir, ¿cuántos equipos van a ir al Monumental a proponer un partido tan osado como ingenuo? Ni hablemos de la diferencia de categoría entre un plantel y el otro. Creo que pocos. Por supuesto que esto no es culpa de River. Situaciones como éstas se tienen que aprovechar. Que los jugadores ganen en confianza, que el técnico tome nota de algunos rendimientos de los futbolistas, que la gente vea y grite goles. Suma. La cuestión es, en un River como el de Demichelis, estos partidos que caen del cielo deben ser atendidos con una doble lectura: por un lado, está bárbaro dar fe de tu superioridad, hacia el adentro y hacia el afuera, mostrarte a vos y mostrarle al resto, bueno, este es nuestro poderío, cuidado. Por el otro, partidos de esta índole pueden hacerte caer en la confusión, la inocencia del coach colombiano de Central Córdoba no es la moneda corriente con la que se encuentra River a la hora de enfrentar a sus rivales. River tiene que tener claro que, a pesar del resultado, no jugó bien.
El gesto de Barco a los hinchas de River
Una cosita más: el título hablar de "goleada a reglamento". Explico. Muchas veces River cumple en este tipo de partidos, que lo tienen claro favorito. Gana, trabaja un rato y bueno, después se pega un viaje y deja todo como está. A veces, si el rival tiene un poco de rigor, se lo empatan, incluso se lo ganan. Si no, queda ahí. Es un River a reglamento porque no tiene la voracidad de hasta hace poco, ese que te quería meter el primer gol y no parar hasta el octavo. Ese que se sabía más y te lo explicaba en la red. Ese hambre de gol, ese no "administrar" resultados sino incrementar resultados, se perdió, no está más, estará en Oriente, no sabemos. Hoy, en River, en muchos órdenes, reina el conformismo. Y se nota.
Párrafo final para los silbidos a Demichelis. Cuesta recordar el último entrenador chiflado por todo el Monumental, ni a Jota Jota López lo han silbado. Acá, la reprobación fue masiva y unánime hacia el actual técnico de River. Se ha ido sucediendo una serie de hechos desafortunados que llevaron a que se diera esta situación. Tiene asidero la reprobación, lo hemos dicho desde hace cuánto tiempo aquí: un equipo que no crece, glorias que se van mal del club, derrota con Boca caminando la cancha, dejarse pisotear por Nacional de Montevideo, dejarse boludear por diferentes árbitros... Y podríamos ir por más, pero a grandes rasgos, la paciencia con el técnico está al límite. Tiene suerte Demichelis, River encadenará una gran cantidad de partidos accesibles y muchos de local. Serán triunfitos que lo ayudarán. No gozará del respeto general aún, porque la gente quiere ganar en los partidos chivos, los que importan. Pero sí al menos para que no haya un clima hostil, incómodo para el entrenador. Imaginate que viene todo el equipo siendo aplaudido cuando los nombran en la voz del estadio y llega tu nombre y te chiflan todos, no debe estar bueno. Ojalá la pueda revertir.
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