Lo único que no tiene solución en la vida es la muerte. No hay ninguna app que nos reinicie ni juego que nos dé otra vida. No. La muerte es el fin de la vida. No hay partido revancha. Game over. Por eso se tiran la pelota unos a otros. Por eso Sergio Berni -ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires- acusa a Gabriel Pellegrino -presidente de Gimnasia- de sobreventa. Por eso mismo Pellegrino se la devuelve a Berni y lo culpa del accionar de la Policía. Por eso intentan salvarse, para no no quedar como los responsables de que Lolo Regueiro, 57 años, hincha de Gimnasia y ex jugador de San Carlos, no pueda hoy saludar a su hija Julieta, ni ir a trabajar, ni juntarse con amigos porque se murió. La muerte es el límite.
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No deja de ser una paradoja que en un país donde permanentemente se violan los derechos de los ciudadanos de a pie de cualquier modo, donde hay encapuchados que amenazan con palos y piedras, otros miles que se hacen dueños de la calle y de las rutas (de nuestras libertades), violadores y chorros, asesinos y estafadores, corruptos, insensibles, tipos que viven descaradamente a costillas del resto, barrabravas extorsionadores y narcos, los reprimidos sean una nena con su papá mientras tratan de ingresar a una cancha a ver un partido de fútbol. O un camarógrafo, compañero del canal, que toma imágenes. O ese hincha de remera amarilla al que le pegaron un tiro a quemarropa, a un metro de distancia, y casi le sacan el ojo con una bala de goma. A ver, que se entienda bien: no es esto un llamado a la represión en las otras situaciones sino a la cordura, a la responsabilidad, a la previsión, al orden, al liderazgo, al respeto, a la aparición -de una buena vez- de reglas claras.
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Somos una web -mayormente- de deportes, un canal de deportes, y es lógico y hasta esperable que haya muchas noticias hablando del reglamento, de las fechas disponibles para la reanudación, de los perjuicios para unos y otros. Es un servicio, es cumplir con nuestro trabajo. Pero la verdad: ¿qué sentido tiene? Quédense tranquilos, que ya van a encontrar un día, un estadio. Se jugará en La Plata sin gente o en el lado oscuro de la Luna con luz artificial. Eso tiene solución. Lo otro no. Y lo peor es que en tres días, quince o un mes, estaremos hablando de cualquier cosa menos de esto. En la familia Regueiro no. Alli será distinto porque para eso no hay solución. Ni medidas que puedan tomarse. Ni decretos ni leyes. Lo que hay es una muerte más y una vida menos. El sonido de los tiros golpeando, sobre la almohada, la conciencia de quienes saben que esto no debió haber pasado. ¿Cómo van a hacer para dormir, muchachos?
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