A los que sostienen que hay que esperar meses para ver la mano de un técnico, les convendría ver este primer partido del interinato de Juan Román Riquelme. Porque seamos sinceros, por más que Herrón salga a la cancha con un séquito de ayudantes, el verdadero técnico y mentor de este equipo es el presidente. Un interino presidente, que no es lo mismo que un presidente interino. Si Román les metió mano en la formación a todos los entrenadores de su gestión, mucho más lo hará con este, que es una suerte de alter ego o directamente su brazo ejecutor.
Pero volvamos al partido y a las diferencias rápidamente apreciables entre este Boca y el del penoso ciclo de Martínez, que afortunadamente terminó y que nunca debió haber empezado. El equipo de Riquelme no sale jugando de abajo, no hace cosas raras con tipos que por ahí no están capacitados para hacerlo. Pelotazo para arriba y a pelear la segunda pelota. Recuperación y salida rápida. Juego directo, nada de juntar pases ni de franela. Llegadas en malón casi sin elaborar. Casi casi un equipo de Falcioni, lo cual no deja de ser paradójico. Con estos pocos palotes, Boca creó más situaciones de peligro en un partido que en los anteriores cuatro o cinco (todos juntos). Fue más ágil, más veloz, menos vueltero y espeso. Más joven. Brey, Anselmino, Blanco, Miramón, Aguirre y Zenón son pibes, le bajan el promedio de edad a esas formaciones geriátricas que casi no se podían mover.
Hubo un solo gol, pero pudo haber sido goleada si Cavani no se hubiera perdido un par de goles insólitos, si Zeballos no hubiera pecado de egoísta, si Merentiel hubiera estado un poco más fino (igual, siempre es una Bestia), si le hubieran cobrado el gol a Giménez, anulado por una regla FIFA que rompe el espíritu del juego. Giménez también es una bestia, derrocha vitalidad y confianza, le acierta siempre al arco. Es casi injusto que no sea titular. Obvio que Cavani es Cavani y tiene toques supremos de jerarquía -el cambio de dirección en la jugada del gol con un magnífico control, sombrero y pase gol al Changuito, que después define mal. Pero su espalda está bien cubierta, sobre todo en estos tiempos en los que la recuperación le lleva más días de lo normal.
De la mitad para atrás, en cambio, no hay tanto para elogiar. Belmonte sigue sin aparecer, Miramón muestra cositas pero de ningún modo pueden bancarse el medio. No todavía. Si nos pintó este equipo en crisis que es Argentinos, también con interino, imaginen lo que podría costarnos contra un rival calificado, serio. Por suerte, Brey respondió bien cuando lo llamaron -fue figura-, más allá del centro del final en el que hubo una desinteligencia con Lema: se ve que el Carnicero no está acostumbrado a tener detrás de sí un arquero valiente, de esos que toman riesgos.
Boca Jrs vs Argentinos Jrs: El VAR anuló el gol de Giménez por mano (1-0)
Habrá que ver ahora qué pasa con el técnico. Por lo pronto, y más allá de la incertidumbre, no hubo reproches públicos en una Bombonera domada. Lo de Gago está en veremos, parece, y nadie está muy desesperado por que venga, perdedor compulsivo de clásicos como es. El interino aprobó esta primera función. Hizo los cinco cambios, metió a casi todos los refuerzos del 2024 (Lema, Blanco, Zenón, Barinaga, Miramón, Belmonte, Aguirre, Giménez)... Se nota que entendió bien lo que pide el presidente. Ah, perdón, caramba, se me olvidaba que en realidad el interino, Riquelme, es también el presidente. Tal vez -sólo tal vez-, no haya conflictos entre ellos. Pero nunca se sabe...
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