Finalizada la etapa de adaptación de Martín Demichelis en River, la complejidad que suponía el primer año post ciclo del Muñeco y el desafío de seguir siendo de élite, el Millonario inicia durante este año un nuevo objetivo: cómo evitar la comparación de los resabios gallardistas para ser definitivamente el River “de Demichelis”.
Mucho se habló de la herencia de plantel, la manera en la que el equipo intentó mutar desde lo que estaba “acostumbrado a ser” a “lo que quería ser”, y tras un arranque ideal como campeón de la Liga Profesional, vaya que en el segundo tramo del año que pasó sufrió la inevitable transferencia. Eran demasiados futbolistas, la mayoría importantes y hasta algunos que pasaron la temporada jugando poco o nada, al punto en el que un dirigente de los responsables de fútbol reconoció “el problema” de la abundancia y lo complicado que era para la gestión del entrenador asumir la decisión repentina de cambiar piezas en medio de la competencia, para colmo quedándose demasiado rápido sin Copa Libertadores ni Copa Argentina y con la Espada de Damocles hiriendo ante cada revés en la Copa de la Liga. Así y todo, se terminó el año campeón en el Trofeo de Campeones ante Rosario Central, que no es poco. Pero ahora hay que ir por más.
Para lograr conformar un equipo de autor, se necesitará, principalmente, convencimiento. Los que suban a ese avión rumbo a Estados Unidos para afrontar la pretemporada desde el 7 de enero deberán contar con el respaldo no solo del entrenador, que ya sabe qué esperar de ellos, sino de ellos mismos que, tras la temporada jugada, tienen claro qué lograron y qué les falta. Para algunos será el momento de ratificar la levantada que mostraron de la mano de Demichelis. Otros tantos buscarán demostrar que solo fueron un mínimo porcentaje de lo que pueden ser, los pibes soñarán con asumir rápido el rol de grandes y los grandes del nuevo vestuario ejercerán un liderazgo compartido. El objetivo tiene que ser solo uno, el que marca la historia: preparar al equipo que gane todo.
Para comenzar el año tendrá fase de grupos de la Copa Libertadores, Copa de la Liga, fase inicial de la Copa Argentina y dos trofeos de un partido que suman estrella, como la Supercopa Argentina ante Estudiantes y la insólitamente llamada Internacional ante Talleres, a jugarse en Abu Dhabi. Nada mal por jugar en poco tiempo, ya que el calendario ajustado por Copa América a mitad de año impondrá el otro desafío, ya más interno, de construir un plantel donde la diferencia entre los habituales titulares con los demás no se note tanto como sí pasó en los últimos años. A grandes rasgos, sin los que ya no están, y a la espera de la lista oficial, River hoy cuenta con 26 futbolistas en condiciones de jugar y varios juveniles que deberán mostrarse a la altura. Se bajó la cantidad de componentes del plantel, se elevó la competencia interna y Demichelis más que nunca deberá construir su equipo, el que esperaba tener, sin la presión de la herencia y asumiéndolo como propio.
El desandar de los días en Tampa demandará la búsqueda (o no) de jugadores en el mercado, acomodará los tantos entre los que terminaron como titulares en 2023 y los que quieren serlo en 2024, buscará las respuestas a cómo convivir sin Enzo Pérez ni Nicolás de la Cruz, con Facundo Colidio de “nuevo nueve”, cinco volantes, dos o tres puntas, qué falta, qué sobra y cómo se rearma un River que no solo tiene por delante defender el título de campeón sino mejorarlo hasta que la canción que ensayó la tribuna al finalizar el Trofeo de Campeones se convierta en un clásico tema de principios: que de la mano, obra y pensamiento de Demichelis, todos la vuelta van a querer volver a dar. Esta vez sin herencias y con un sello definitivo.
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