La vieja cancha de Quilmes de Mar del Plata, ubicada donde hoy se erige la Plaza Moreno (Colón y Marconi), cobijaba el fútbol de esta ciudad en las décadas del 50 y 60. Allí se disputaban partidos de la A y de la B, la selección “roja” en los viejos campeonatos argentinos y hasta jugó Pelé.

La década del 70 mostraba el Estadio “General San Martín”, primero ubicado de este a oeste de la ciudad para luego darlo vuelta de norte a sur paralelo a la Avenida Champagnat. La amistad de la Liga Marplatense con el exitoso Presidente de Boca Juniors, Alberto J. Armando, generó que el “Xeneize” aggiornara el escenario con butacas en la platea y la colocación de una tribuna popular metálica detrás del arco que daba a la calle Garay. Casi 20.000 personas podían estar en un estadio que recibió excelentes torneos de verano con los mejores equipos argentinos, partidos de la Selección Argentina previos al Mundial 78, las campañas de los viejos nacionales donde jugaban Alvarado, Aldosivi, San Lorenzo, Kimberley, Círculo Deportivo y Quilmes, entre otros.

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En el estadio liguista, debutó Daniel Passarella, jugó el San Lorenzo del “Toto” Lorenzo, el goleador oriental Fernando Morena y equipos europeos. Por la gramilla de esa cancha jugaron protagonistas del fútbol nacional como Osvaldo Potente, Gabriel Amato, Jorge Olguín, Germán el “Mono” Burgos, Walter Ervitti, Fabián Cubero, Juan Esnaider, Emiliano Buendía, Emiliano el “Dibu” Martínez, Lucas Martínez Quarta, entre tantos otros.   

Pero ante todo, en el Nacional del 76, un tal Diego Armando Maradona metió sus dos primeros goles con Argentinos Juniors ante San Lorenzo de Mar del Plata, ingresando en el segundo tiempo.

En ese templo brilló el clásico San Lorenzo-Kimberley. Estadio lleno, rivalidad que se extendía del torneo local a los nacionales y regionales. Los últimos años del estadio vieron ese clásico perder fuerza ante un clásico contemporáneo que venía a instalarse: Aldosivi vs. Alvarado.

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Ahí empezó otra historia que se detuvo en 1997, en aquel encuentro que no pudo terminar en “la pradera” de River, en Los Andes y Juan B.Justo. Problemas entre ambas parcialidades dentro y fuera de la cancha hicieron que la mismísima Liga Marplatense de Fútbol decidiera ponerle coto a un clásico complicado que incluso en su historial de menos de una década tuvo gases, quebraduras, denuncias de arreglos, un 13 a 0 totalmente irregular del “Tiburón” sobre el "Torito” y ante todo mucha pasión.     

  

En este cuarto de siglo donde no hubo competencia, pasaron prácticamente tres generaciones de hinchas que sueñan con un cruce y que no vieron ninguno de los anteriores. El “clásico prohibido” pasó a ser en “las redes” y parte del contenido de las canciones de ambas parcialidades como un grito de guerra. Incluso los torneos de verano evaluaron la posibilidad de hacer el clásico pero el operativo policial a instrumentar era casi igual que montar un Boca-River. Además a la TV el producto no le interesaba mucho que digamos

La fábula o el folclore del fútbol dice que incluso en la primera edición de la Copa Argentina en 2014, había un pedido expreso en el sorteo para que no se cruzara en ninguna fase ambos rivales. Puede ser.

Tras el descenso de Aldosivi y el mantenimiento de la categoría de Alvarado, todo indica que ambos rivales por primera vez después de 25 años de ausencia deberían volver a verse las caras en la Primera Nacional. Para el morbo está muy bien. Para la ciudad es un riesgo muy alto y para los que añoraban seguir teniendo un equipo en la elíte de nuestro fútbol es un bajón, es olfatear viejas épocas donde llegar a Primera era una quimera. Es volver atrás. Retroceder.

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El siempre convulsionado Alvarado desde que empezó a conducir el club Facundo Moyano, cambió de paradigma y se convirtió en un club social, con inversión, con obras, con la familia aprovechando la institución. Un cambio enorme que se produjo a partir de un trabajo titánico. El ascenso a la Primera Nacional fue precedido por contratar técnicos de renombre, planteles calificados y campañas dignas. Con Walter Coyette, el elenco del Torito hizo un interesante certamen el año pasado jugando buen fútbol pero el equipo se desinfló y no logró nada. Se apoyó la continuidad de Coyette, pero no se pudo mejorar. Llegaron otros entrenadores y con Rubén Darío Forestello pudo mantener la categoría. Poco para tanta expectativa en los dos años de Primera Nacional.

Aldosivi no quiere saber nada con volver a jugar este partido. Primero porque jugarlo implica haber fallado en el peldaño superior. Es bajar de categoría en todo sentido. Es meterse en un barro que parecía haber olvidado. Al menos por un tiempo ya no podrá coquetear con las mieles del éxito y compartir las luces de las grandes marquesinas con Boca y con River y por allí de vez en cuando pegar un batacazo. Hoy debe volver a una categoría para ellos menor e ineludiblemente reeditar este clásico que se mantiene dormido hace 25 años. Sabe que es meterse en un problema que parecía no enfrentar nunca ya que incluso en algunos años a un equipo y otro los separaban dos categorías. Hoy están en el mismo plano.

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Alvarado claro que está interesado en volver a jugar este clásico dormido. Sabe que pudo mantenerse en esta competitiva divisional y que está satisfecho de estar en una categoría lógica para su plantel, para su masa societaria, para su presupuesto y para los hinchas. La gente sabe que esta es la categoría que le calza como anillo al dedo. El nuevo DT sabe que más allá de hacer una buena campaña, de antemano en el paquete está tácitamente ganar el clásico, 25 años después de su quietud. Aldosivi, que querrá volver de inmediato, sabe también que más allá de ascender, la gente pedirá ganarle a su histórico rival.

La lógica indica que el APREVIDE conoce del tema. También lo sabe la AFA. ¿Hará un torneo donde uno juegue en una zona y otro en otra sin interzonales? ¿Mar del Plata está preparada para organizar un partido con esta carga emotiva contenida por décadas por los inconvenientes que pueden generarse no sólo en el terreno sino en las calles? ¿La gente querrá arriesgarse de ir a la cancha a expensas de lo que pueda pasar? ¿Los viejos hinchas que vieron alguna edición de este duelo están motivados para reencontrase con este producto? ¿Ya no tendrá el mismo carácter jugándolo con una sola parcialidad? ¿Es problemático hacerlo si tomamos como referencia los cinco autos quemados al plantel portuense luego de perder con Godoy Cruz? ¿El partido debe jugarse en otra ciudad? ¿Habrá que jugarlo en Madrid? Todo es posible en un país convulsionado donde la violencia está desatada.

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De enfrentarse Dellaroca ante Albornoz o Bianchi ante Montechia o Subiledt ante Pablo Corti o el Tita Rizzo ante Héctor Porco a imaginar a Emanuel Iñiguez ante Marcos Astina o Julián Vitale ante Ingolotti o el pibe Tobares ante González. Aldosivi no quiere que llegue nunca esa fecha maldita donde debe enfrentase con Alvarado y darse cuenta que ya no estará en el máximo plano. Alvarado se sale de la vaina y quiere jugar mañana para también darse cuenta de que su rival de siempre ahora está en su mismo lugar.

Foto: Diario La Capital

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