2 de abril de 1997. La Selección Argentina, dirigida por Daniel Passarella, visitaba los 3640 metros de altura de La Paz. Aquella tarde fue derrota 2-1 ante Bolivia en medio de un clima hostil. Gustavo Zapata, Nelson Vivas y Nacho González fueron expulsados en medio del partido. Y luego, llegó el bochorno en un Estadio Hernando Siles en ebullición.
Ánimos caldeados y batalla campal interminable, que años después sería conocida como La Batalla de La Paz. “La pasamos muy mal -contó Carlos Roa-. Teníamos todo en contra. Fue un quilombo terrible. Nos pegó la policía y a mí me tiraron gas lacrimógeno en la cara”. En medio de la batahola, la trompada de un auxiliar del conjunto boliviano en la cara de Julio Cruz que fue capturada por todas las cámaras presentes.
“Yo llegué a la puerta del vestuario y me hicieron pasar. Cuando entré, estaba Cruz recostado en la camilla y me dijeron que le saque fotos”, relató Gustavo Ortíz, fotógrafo enviado por Olé. Y siguió: “Volví rápido al hotel para revelarlas. Cuando empezamos a transmitirlas al diario me llamó mi jefe y me dijo que habíamos escaneado la de Cruz al revés, porque la piña había sido en el pómulo derecho y el corte estaba en el izquierdo. Le mandé todo el negativo escaneado y ahí se dieron cuenta todos que el corte fue provocado y no por esa famosa piña”.
Mientras tanto, Passarella, quien en la previa se había quejado de la altura paceña y la había definido como “inhumana”, se descargó frente a los micrófonos en conferencia de prensa: “Creíamos que en el fútbol sudamericano estas cosas estaban superadas. Los hechos son bastante evidentes”.
Por su parte, Julio Grondona, por entonces presidente de AFA, no deslizó jamás la posibilidad de pedir los puntos: “Argentina en su historia jamás reclamó nada. Lo único que tiene que hacer es presentar su informe y ver qué dice la FIFA”.
Diego Cagna, uno de los compañeros que llevó a Cruz al vestuario, jamás quiso referirse sobre aquel episodio. “A Cruz -aportó Ortíz- no lo vi cortado cuando lo sacaban del campo de juego”. Las imágenes eran claras. No había sangre tras el golpe del boliviano.
Cuando la coartada argentina quedó expuesta, cambiaron el relato e intentaron convencer a todos que el delantero se había caído de la camilla. “Yo no lo vi, pero le creo al médico”, sentenció el Kaiser. Podría haber salido caro, pero la Selección no fue sancionada y siguió jugando normalmente la eliminatoria en la que finalizó primera.
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