Tras el fallecimiento de Diego Maradona son muchas las personas que se expresaron sobre los meses finales de la vida del Diez. Ahora el que salió a hablar fue el sacerdote Gustavo Rubio, cura de la Parroquia María Auxiliadora de Berisso, el que rememoró su íntimo encuentro con él.

En diálogo con el programa radial Mañana Sylvestre en Radio 10, Rubio contó cómo conoció al referente argentino y de qué hablaron durante la reunión que se desarrolló en las instalaciones de Gimnasia.

“Diego me pidió que lo bendijera a él para lo que fuera a vivir. Me dijo que lo único que quería era paz”, aseguró sobre aquel encuentro que se produjo en septiembre de 2019, cuando Maradona tomaba la dirección técnica del Lobo.

“Me llamó la atención que Maradona llamara a un cura. Pensé mal, pensé que era para sacar la mufa y no. Cuando llegamos lo esperamos un rato, y cuando nos encontramos me llamó mucho la atención que me pidió que lo bendijera a él y al equipo de parte de Dios, pero a él en especial para su vida y lo que viviera de ahí en adelante”, siguió.

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Fue entonces, al momento de sacar el frasco de óleo para la unción, cuando Maradona exclamó: “¡Uh, el aceitito!”, recordó Rubio, al mismo tiempo que revelaba una historia que el propio Diego le había confiado: “Cuando a su mamá, Doña Tota la vida se le ponía muy dura iba a la parroquia y el cura le daba ‘el aceite’ para llenarla de fuerza y salir adelante”.

Rubio continuó detallando la experiencia con Maradona y recordó: “Diego me dijo, con sus palabras: ‘Yo me mandé muchas cagadas en la vida, muchas, y me arrepiento, pero tuve cosas buenas en la vida’, y habló de afectos y del fútbol”. Y agregó: “A mí me impresionó que Diego pudiera reconocer las faltas, las macanas que uno se manda, y me dijera: ‘Yo no soy ejemplo para nadie’. Era importante que quisiera reconocer sus límites y su pequeñez”.

Por último, el cura también cerró contando el cariño que Diego tenía hacia sus padres:Cada vez que hablaba de ellos lo hacía con mucha admiración, con mucho cariño, se le llenaban los ojos de lágrimas. Me contó que su vuelta a la Iglesia estuvo inspirada sobre todo por la vida y fe de su madre, que ella aprendió la fe simple y quería ponerla en práctica”.