Este miércoles 25 de noviembre la noticia de la muerte de Diego Maradona golpeó al mundo entero, porque Diego trascendió todas las fronteras, fue un ícono y ahora se convierte en leyanda. Su vida, llena de momentos felices y también muy duros, y su fútbol excepcional fue fuente de inspiración para los mejores escritores de toda Sudamérica.
A sus 60 años dejó este mundo un gran referente argentino, que supera el la órbita de la pelota y los estadios, que es dónde enamoró a todos sus fanáticos a pura gambetas y lujos dentro de la cancha. Dejó este mundo un grande que fue amado, odiado, criticado y elogiado, que con todas estas facetas inspiró a grandes referentes de la literatura para escribir cuentos, relatos y entrevistas que quedarán para siempre. Eduardo Galeano, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti, Osvaldo Bayer, Mario Vargas Llosa, Osvaldo Soriano, Jorge Luis Borges, entre otros tantos.
“Maradona fue condenado a creerse Maradona y obligado a ser la estrella de cada fiesta, el bebé de cada bautismo, el muerto de cada velorio. Más devastadora que la cocaína es la exitoína. Los análisis, de orina o de sangre, no delatan esta droga”, se puede leer en uno de los relatos breves de Cerrado por fútbol, libro de Eduardo Galeano.
"Es verdad que es un tipo que habla demasiado, que dice y se desdice, arrogante, caprichoso. Pero hay que entenderlo y estarle agradecido, me parece, por las cosas que nos ha dado. Ojalá tenga cuerda todavía; creo que sí, que puede tenerla, si Maradona no se pone en el camino de Maradona”, fueron palabras del uruguayo en una entrevista con El Gráfico y, que ahora, toman un valor mayor con la partida del astro.
Otro compatriota de Galeano que eligió inspirarse con el surgido de los Cebollitas fue Mario Benedetti, con su poema "Hoy tu tiempo es real", publicado en 2008.
"Hoy tu tiempo es real
Hoy tu tiempo es real, nadie lo inventa.
Y aunque otros olviden tus festejos,
las noches sin amor quedaron lejos
y lejos el pesar que desalienta.
Tu edad de otras edades se alimenta,
no importa lo que digan los espejos,
tus ojos todavía no están viejos
y miran sin mirar más de la cuenta.
Tu esperanza ya sabe su tamaño
y es por eso que no habrá quién la destruya.
Ya no te sentirás sólo ni extraño.
Vida tuya tendrás, y muerte tuya.
Ha pasado otro año y otro año le has ganado a tus sombras
¡Aleluya!"
Jorge Luis Borges, gran referente argentino, fue quizás uno de los más lejaron en su pluma al deporte más popular del país. Cuando le preguntaron si conocía a Diego Armando Maradona, poco antes de la muerte del escritor en 1986 y en plena felicidad por el Mundial de México, contestó con ironía: "Disculpe mi ignorancia". En esos últimos tiempos de su vida cuentan que por las calles de Buenos Aires le gritaban "sos más grande que Maradona" y la respuesta, en voz baja, era: “Eso estaría bien si lo gritaran en Estocolmo; tal vez podría influir en que los académicos suecos me otorguen el Premio Nobel”.
"Más es lo que se conoce de él por los que no lo quieren que por los que sí lo queremos", es parte de García Márquez habla de fútbol en febrero de 1991.
En 1982, después de la primera ronda en España, el peruano Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel, escribió "Maradona y los héroes". Un texto que trata con una la sutileza y profundidad propia de una pluma excelente como la del peruano podía retratar a Diego Armando Maradona en ese momento.
“Me van a tener que disculpar” es un texto dentro del libro “Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol” de Eduardo Sacheri. Este cuento relata en primera persona la figura de un hombre, que no es ni un dios ni un guerrero, pero que no se lo puede juzgar con la misma vara que a los demás. Ese protagonista es un jugador de fútbol, que humilla a jugadores y espectadores ingleses en un partido.
“Qué me importa lo que Diego hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía”, fue una de las grandes frases que muchos replicaron en sus redes sociales para despedir al Diez, haciendo referencia a las grandes críticas que Diego recibió siempre por cuestiones de su vida privada. Esta frase fue atribuida, aunque no se sabe si es real, al eterno Roberto Fontanarrosa, que aunque fue un fanático de Rosario Central y Maradona tuvo mayor vínculo con Newell's, siempre fue un enamorado de su fútbol.