Cuando se organizó la primera Copa del Mundo en 1930, hubo un país africano que iba a jugarla, pero la delegación de Egipto llegó tarde al embarque en el puerto de Marsella y el barco zarpó. La FIFA no permitió que abordaran otro barco por la demora que eso provocaría. Sin embargo, Egipto insistió y en 1934 participó, cayendo en su único partido 4-2 ante Hungría.
Recién en 1970 apareció el segundo equipo africano. Fue Marruecos, que perdió 2-1 con Alemania Federal, 3-0 con Perú y logró empatar con Bulgaria en un gol. Luego, para 1974, llegó Zaire, que hizo un papelón: jugó por única vez el torneo y cosechó derrotas ante Escocia, Yugoslavia y Brasil. No hizo goles y le convirtieron catorce tantos, incluyendo el 9-0 que le propinó el país eslavo que gobernaba Tito.
Túnez consiguió la primera victoria del continente al derrotar 3-1 a México en Argentina 1978 y cuatro años más tarde, Argelia logró vencer a Alemania Federal por 2-1. Ya por esos años, había jugadores nacidos en África que jugaban para países europeos que, en la mayor parte de los casos, habían colonizado esos territorios tiempo atrás. Así fue que Just Fontaine -nacido en Marrakech, Marruecos- fue el tremendo goleador del Mundial de 1958, con 13 goles en apenas cinco partidos. Fontaine conquistó 13 de los 23 goles de los azules.
En los años ochenta, Jean Tigana -nacido en Malí- disputó dos mundiales con la casaca francesa, llegando desde un territorio que había sido controlado por el país europeo. Los casos siguieron creciendo, al punto que para 1998, Francia campeonó con Claude Makelele (congoleño nacido en Kinshasa, la capital), Patrick Vieirá (senegalés con familia de Cabo Verde) y Marcel Desailly, oriundo de Ghana.
Años después, Carlos Bilardo explicaba a quien lo quisiera escuchar que África era el continente del futuro en el fútbol mundial. El entrenador argentino no dudaba en que desde allí provendrían los mejores jugadores en las siguientes décadas. Profetizó, inclusive, que en algún momento un país de ese sector del mundo jugaría la final de un Mundial. Eso todavía no ocurrió, pero el problema es que las continuas guerras civiles, los golpes de Estado, la pobreza, la falta de trabajo y un futuro muy difícil, hicieron que oleadas de personas decidieron mudarse a Europa como pudieron. Barco, bote, caminando, pasando tormentos inimaginables para llegar a la supuesta Tierra Prometida.
Ya en el Siglo XXI, la lista de futbolistas que nacieron en países africanos o llegaron traídos por sus padres a países europeos es muy larga. Sin ir más lejos, en la Eurocopa hay muchos ejemplos para considerar: para Francia jugaron Ousmane Dembelé, que nació en tierra francesa pero llegó con su madre senegalesa y su padre oriundo de Malí. También lo hizo así Edoardo Camavinga, cuyos padres huyeron del Congo por la guerra civil hacia Angola y allí nació el futuro crack, en un campamento de refugiados, para luego llegar a Francia. Wesley Fofaná nació en Marsella, pero sus padres arribaron desde Costa de Marfil, lo mismo que los familiares congoleños de Randal Kolo Muani, permitiendo que el futuro futbolista naciera en Bondy, un suburbio de París, el mismo arrabal en el que nació William Saliba, de padre libanés y madre camerunesa. La capital francesa reunió a la familia de Kylian Mbappé, de padre camerunés y madre argelina y también a los progenitores de N’Golo Kanté, otro parisino que crearon sus padres, nativos de Malí. También Aurelien Tchouameni, nacido en la francesa Rouen, bien al norte, pero con ancestros cameruneses. Dayot Upamecano tiene padres guineanos.
España deslumbró con Lamine Yamal, un mocoso de 17 años -el mismo al que Messi tuvo en brazos cuando era bebé- que nació en la catalana Llobregat y sus padres eran de Guinea Ecuatorial -su madre- y de Marruecos -su papá. Otra figura “española” es Ansu Fati, que nació hace 21 años en la capital de Guinea Bissau. Ni qué hablar de Nico Williams, el popular atacante del Athletic Bilbao y goleador en la final que nació en Pamplona, pero tiene ancestros ghaneses.
Alemania mostró a Jamal Musiala, talentoso futbolista que fue criado en Inglaterra con padre nigeriano y madre alemana. También a Leroy Sané, alemán de padres senegaleses, en tanto Antonio Rüdiger nació en Berlín, con padres llegados desde Sierra Leona.
Inglaterra mostró a Buyako Saka, londinense de padres nigerianos, lo mismo que Eze Eberechi, figura del Crystal Palace con padres similares. Nacido en Eindhoven, Países Bajos, de padre oriundo de Togo y con madre holandesa es la figura del Liverpool, Coddy Gakpo, que juega para los Países Bajos. La lista es bastante más larga, pero explica que muchos jóvenes nacidos en contextos muy desfavorables pudieron sobreponerse y ser figuras en el fútbol mundial, tras haber sufrido emigración, violencia, problemas económicos, desarraigo y tuvieron esa cuota de fortuna que, unida a las oportunidades que les dieron países con posibilidades, llegaron a lo que llegaron.
Carlos Bilardo tenía razón, pero esta enorme camada de buenos futbolistas ha sido víctima del éxodo y sus seleccionados han quedado diezmados. Por ahora, los disfruta Europa y habrá que esperar un poco más.