¿Quién dijo que no hay argentinos en la Fórmula 1? Al volante es cierto que no, pero sí en los boxes, lugar no menos importante. Nicolás Bianco se crió en Marcos Juárez, se formó en el taller con su abuelo y, tras crecer en el automovilismo nacional no dejó pasar una oportunidad para irse a probar suerte a Europa, donde se le abrieron las puertas para llegar a Toro Rosso, hoy renombrado Alpha Tauri.
Después de terminar la escuela, hizo sus primeras armas en la Fórmula Renault Plus cordobesa. Su coterráneo Víctor Rosso lo llevó a ser parte de su equipo (RAM Racing) en Villa Carlos Paz, primero con los monopostos, luego en el TC2000 y finalmente en el Súper. "Como trabajás vos, tendrías que irte afuera. Preparate los papeles y te hago el contacto", le dijo el histórico constructor en 2015. Y le hizo caso.
Él y un colega viajaron a Milán con la chance de probarse en el equipo oficial Honda del Mundial de Turismo (WTCC). Por no tener la ciudadanía estuvo "tres meses en un pueblito, sin poder trabajar". Una vez que llegaron los papeles, pasó el test y quedó, pero un año más tarde una disputa con su superior le trajo la oportunidad de dar el gran salto.
"'Si encontrás algo mejor podés irte, sos libre', me avisó. Empecé a mandar currículums y me llamaron con una propuesta, pero no me podían comunicar para qué categoría era", cuenta el cordobés de 32 años en diálogo con TyCSports.com. Al poco tiempo llegó el momento de ir a Faenza, donde está la fábrica de Toro Rosso, para otra entrevista. Estaba de vacaciones y le llegó el sí. "'Es Fórmula 1, creo que es mejor', le dije al jefe. Nos dijimos un par de cosas y me fui", recuerda entre risas.
El 16 de enero de 2017 firmó con el equipo italiano, antes Minardi y propiedad de RedBull desde 2006. Estuvo un año en las pruebas "para aprender un montón de cosas" y en 2018 pasó a formar parte del personal que viaja a cada carrera. Trabajó con Carlos Sainz, con Pierre Gasly y ahora está involucrado en la suspensión trasera del auto #26, manejado por el ruso Daniil Kvyat, además de ser quien pone el neumático nuevo del lado trasero derecho en cada detención.
Semejante tarea trae responsabilidades y presiones de la mano. "No es todo lo bonito que se ve por televisión. Nos entrenamos en el gimnasio, con un profe, los pitstops también", asegura desde Spielberg, Austria, a la espera de la segunda carrera del 2020, bajo estrictos protocolos y testeos masivos por el coronavirus. "Tenía muchas ganas de volver. Estamos todos aislados en el hotel, muy controlados, vamos y venimos todos juntos", relata.
Bianco, de 32 años, lleva la F1 en la sangre y también en la piel. Se tatuó el podio logrado en 2019 con Kvyat en Hockenheim, Alemania, y el propio piloto lo mostró en su Instagram. "Tenemos buena relación. Se charla y se jode porque son seres humanos, son muy piola", afirma. Y finalmente, aconseja a quienes quieran intentar ir por su sueño de trabajar allí. "Yo no voy a la carrera por la plata, es por una pasión. Si no la tenés, no aguantás", cierra el argentino que, al menos del otro lado del paredón, representa al país en la cumbre del automovilismo.
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