Hace 25 años, un 17 de julio como hoy pero de 1995, la Argentina y el deporte mundial se despertaron con un golpazo por la muerte de Juan Manuel Fangio. En la clínica Mater Dei de la Capital Federal, su deteriorado corazón dijo basta a los 84 años tras tres días de internación. Pasó de ser leyenda a la eternidad y los cinco títulos de Fórmula 1 (1951, 1954, 1955, 1956 y 1957), su mayor legado en las pistas, pudieron ser superados en cantidad por Michael Schumacher (7) y Lewis Hamilton (6), pero no en calidad.
El Chueco, nacido en 1911 y criado entre los talleres de Balcarce, dio sus primeros pasos con mucho éxito en el TC, se destacó en monoplazas contra pilotos europeos en el país y logró dar el salto al Viejo Continente de la mano del Automóvil Club Argentino. En 1950 empezó su historia en la categoría reina y, tras perder el torneo inaugural por un abandono contra su compañero Giuseppe Farina, fue campeón con cuatro marcas distintas -Alfa Romeo, Mercedes, Ferrari y Maserati- en un contexto muy diferente al de la era moderna, de los '90 en adelante.
Los motores eran más chicos y alcanzaban menores velocidades (270 km/h), es cierto, pero los autos eran infinitamente más complejos de manejar. Tenían menores dimensiones y mayor altura, neumáticos de muy poca pisada en comparación a los actuales, una confiabilidad limitada de los elementos y ningún elemento de ayuda a la conducción (dirección hidráulica, frenos ABS, control de tracción...), entre otras diferencias respecto de las últimas tres décadas.
Desde el punto de vista técnico, el otro diferencial fundamental pasa por la seguridad. No había ropa ignífuga y los cascos eran apenas unas coberturas de piel complementados con antiparras, los cockpits tampoco protegían demasiado y los circuitos también estaban alejados de las contenciones que tienen hoy por hoy. Es decir que cualquier golpe relativamente fuerte podía significar la muerte del piloto.
También se corría menos en cada temporada, por eso las estadísticas varían y mucho, pero basta con poner a la par los números del balcarceño, el alemán y el inglés para ver la superioridad del primero. No en cantidad, pero sí en promedio.
FANGIO: 24 victorias en 51 GP (47%). Cinco títulos y dos subcampeonatos en siete temporadas completas, entre los 40 y los 46 años. 29 pole positions (56%), 23 récords de vuelta (45%) y 35 podios (68%). Todas en lo más alto de la historia.
SCHUMACHER: 91 victorias en 307 GP (29%). Siete títulos en dieciocho temporadas completas. 68 pole positions (22%), 77 récords de vuelta (25%) y 155 podios (50%).
HAMILTON: 85 victorias en 252 GP (33%). Seis títulos en trece temporadas completas. 89 pole positions (35%), 48 récords de vuelta (18%) y 151 podios (60%).
No hay dudas de que cada uno, con la colaboración necesaria de las herramientas, fue el mejor en su época. Pero todos los grandes a lo largo de los 70 años de historia que cumple la F1 en este atípico 2020 se rindieron a los pies del argentino y mantuvieron viva su imagen a fuerza de elogios. Los únicos que pudieron superar su número de coronas no fueron la excepción.
Fangio y Schumacher, juntos en un evento de Mercedes en Alemania (1992):
"No creo que sea justo compararme. Ahora los autos son más seguros y él logró sus campeonatos a una tremenda velocidad teniendo en cuenta los vehículos que existían en su tiempo. Fue muy superior a nosotros", explicó en su momento Schumacher, bicampeón con Benetton en 1994 y 1995 y quíntuple a bordo de la Ferrari entre 2000 y 2004, en la era más exitosa de todos los tiempos para los de Maranello.
"Es extraño entender la filosofía de los pilotos en aquel momento. Los '50 no fueron una época particularmente buena. Fangio es como el padre de este deporte y para los pilotos es uno de los mejores, siempre será admirado", afirmó Hamilton, monarca de 2008 al volante del McLaren y cinco veces ganador del Mundial en Mercedes (2014, 2015, 2017, 2018 y 2019), pieza clave de una hegemonía que parece continuar.
Hamilton, "a la par" de Fangio para una publicidad:
Pasan los años, los hombres y las máquinas. La bandera argentina no aparece desde hace casi dos décadas ni siquiera en la grilla y hay que remontarse a la época de Carlos Reutemann para encontrar triunfos, podios y alegrías. Pero el mejor exponente que tuvo la máxima categoría del automovilismo mundial, dentro de la pista por su talento y fuera de la misma por su respeto, caballerosidad y capacidad, es celeste y blanco.
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