Tantos años renegando si era mejor la Selección de Menotti o la de Bilardo que ahora, ya más maduros y con una clara tendencia a la moderación, alejados de los extremismos y del sensacionalismo siempre tentador, es el momento de decir que estamos en presencia de la mejor Selección Argentina de la historia.
La Scaloneta no sólo viene de racha Copa América, Finalísima y Mundial sino que demuestra partido a partido que tiene intenciones de seguir progresando. La confianza que transmite el equipo en cada pase, en cada pelota, abruma a los rivales y hasta parece cosa sencilla ganar en todos lados.
Esta Selección juega bien sin Messi, como quedó demostrado el partido anterior con Paraguay, y cuando tiene al mejor del mundo directamente se relaja y espera con paciencia y alegría que el 10 haga su magia. Dos golazos con su firma le pusieron el sello a la victoria ya en el primer tiempo, con un Perú que se dio por vencido ante la evidencia de una superioridad incuestionable.
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La fiereza de los graníticos centrales para imponerse en los duelos, para marcar cuando el equipo ataca y anticipar ante la contra rival, la inteligencia de los laterales para ser profundos pero con paciencia para volver a empezar si hace falta. El entendimiento a control remoto de la media cancha, con Mac Allister, De Paul y Enzo Fernández complementándose y combinando hasta encontrar el momento justo para disparar hacia adelante. Es fantástico el funcionamiento, hermoso para observar, para disfrutar cómo juega al fútbol esa media cancha.
El fútbol continúa en la doble función que hace Nico González, entre extremo izquierdo o cuarto volante cuando hace falta agruparse para achicar espacios. O la triple función, ya que cuando hay que sacarla larga y por arriba, tiene un salto que lo transforma en referencia. Qué decir de Julián. Es un delantero de toda la cancha. Cada día más jugador, conserva la humildad y el despliegue que lo transforman en único a la hora de la presión. Para jugar tiene calidad, templanza, técnica y se entiende de maravillas con un tal Messi.
El Dibu estiró el invicto casi sin tener que intervenir. Eso habla también del equipo argentino. De la consistencia y la convicción en la manera de jugar, más allá de algún error en salida que pudo haber generado mayor preocupación. Mantener el cero en el arco propio parece cosa del arquero pero es una tarea de todos y este equipo así lo demuestra.
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Y vamos al punto máximo. Messi. Siempre Messi. Hay algo que ninguna Selección Argentina pudo tener y es el cariño de la gente en cualquier país donde juegue. Se vio en el Mundial, donde además de la legión de hinchas argentinos que siempre acompaña teníamos con nosotros a todos los imparciales. Eso tiene un responsable. Se llama Messi. Argentina le arrebató a Brasil la simpatía de los terceros que históricamente gozaba la verdeamarela. Ese cariño nació por Messi pero continuó en un equipo que juega un fútbol fantástico y que mantiene la humildad, no se agranda, no carga, no sobra a nadie, juega serio y a ganar todos los partidos.
El capitán tiene la llave del juego. Administra su energía con la sabiduría que le dieron los años y la felicidad que le explota en todo su ser después de Qatar. Hizo dos veces en la misma noche el gol que viene haciendo desde que era un nene… Abre la jugada a la izquierda y va a buscar el pase atrás. Uno la metió arriba al segundo palo. El segundo, abajo al primero. Hace lo que quiere. Después se dio el gusto de gambetear de espaldas contra la raya, maravilloso zig zag incontrolable que descaderó hasta a los televidentes. Colosal. Magia pura.
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El campeón del mundo, el mejor equipo de la actualidad, hace partido a partido un llamado a la historia. Después de jugar una final de Mundial fantástica, que quedará como una de las mejores sino la mejor, en la que le ganó y por momentos bailó al campeón defensor. Después de ganarle la Copa América a Brasil en su casa. Después de los millones de personas en las calles para celebrar el título más querido después de 36 años, Argentina puntea en las Eliminatorias con 12 puntos sobre 12, sin goles en contra.
Señoras y señores, el llamado de la Scaloneta es insistente. Reclama su lugar en la historia. Después de tantos años de pelearnos, de grieta Menotti versus Bilardo, llegó la Scaloneta para poner la casa en orden. Se terminaron las polémicas, estamos en presencia del fútbol total. El que juega y hace jugar Messi, con un equipo que lo cubre, lo sigue y da la vida por él. El más grande de la historia.
Foto: @fotobairesarg
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