Enzo es de River y de River no se va. La canción, romántica, abraza en lágrimas a un héroe riverplatense que se dio el gran gusto de su vida al poder jugar, brillar y romperla con la camiseta que amó desde chico. Es un cuento de hadas protagonizado por Enzo Pérez.
Su última función fue colosal. Jugó un partidazo, patrón de la media cancha, vértice de inicio de juego y frontón de la recuperación, atento al anticipo a los 37 pirulos, vaciando el tanque de la energía y mezclando con sabiduría para regar la cancha de sudor y seso.
Forma parte de esto último la decisión final. Sabia. Se va en un buen momento futbolístico, honrando una tradición de héroes riverplatenses. No es fácil seguir vigente cuando pasan y pasan los años. Enzo pudo ser importante hasta el final, jugando, titular y capitán. También fue sabio en sus declaraciones, acentuadas en los silencios que se oyen con claridad y en las menciones. Dejó claro los motivos sin decirlos, como ese pase que se da sin tocar la pelota. No hace falta profundizar ninguna herida, no es nuestro estilo. Se va con la frente alta, campeón, por la puerta grande.
Enzo las hizo todas. Le costó encontrar su posición cuando llegó de Europa pero terminó siendo un cinco de galera y bastón y hasta jugando de arquero. Seis años y medio de pura pasión y categoría futbolística, coronados en Madrid cuando ante la salida de Ponzio y el ingreso de Juanfer, tomó el mando de la mitad de la cancha que no dejaría más.
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Siempre es difícil decirle adiós a un gran amor. En esta despedida, Enzo también pone a River por encima incluso de su fanatismo y deseos más primarios. Eso no es fácil. Cuando uno lo ve jugar, piensa "qué lástima que no se pueda recomponer eso que se rompió" pero si no se puede, quizá esto sea lo mejor. Está claro que Enzo ya dio lo mejor que tenía con la camiseta que más quiere, que se vació, que dejó todo hasta el último minuto que tuvo el honor de vestir el manto sagrado.
River viene viviendo años fuertes. De emociones y vibraciones muy altas. Muchas lágrimas de felicidad que a la larga también generan otro tipo de lágrimas, melancólicas, de cierta tristeza. Es el inexorable tránsito del tiempo que hace lo suyo, impiadoso y cruel, para el que todavía no se conoce antídoto. No alcanza ser un gran jugador, ser ídolo, líder, ganador, capitán e hincha. El tiempo también hace lo suyo. El desgaste no es sólo físico sino emocional. Hay veces que no dan más las piernas y en otras que es la cabeza o el corazón. Cuando un gran amor termina hay dos caminos: enojarse y quedarse con el final de la historia o abrazar los hermosos momentos vividos. Esto último gana por afano en el vínculo de Enzo con River, como con el de tantos otros héroes de los últimos años.
Qué dijo Enzo Pérez de su futuro tras su despedida de River
El nombre Enzo tenía un solo propietario en River hasta hace no tanto. Un Príncipe uruguayo distinguido y señorial que nos hizo felices con su excelsa calidad. Hoy Francescoli le da la bienvenida a Pérez, un talento añejado en Mendoza que regó la cancha con inteligencia, ganador, líder futbolístico y artista del pase.
Gracias para siempre, Enzo. River es tu casa, lo sabés. Ya nos vamos a volver a encontrar.
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