Ferro de 1984, el equipo que Griguol reinventó y salió campeón goleando a River
El 30 de mayo de 1984 el conjunto de Caballito obtuvo el segundo título de su historia, tras vencer al Millonario en la final.
Poco le importó a los hinchas de Ferro ver fuego en su tribuna visitante. Su equipo venía de pegarle un paseo monumental a River -3 a 0 en Núñez- en la ida de la final del Torneo Nacional de 1984 y había liquidado la vuelta rápidamente con un cabezazo de Adolfino Cañete. El segundo partido no pudo terminar porque los hinchas Millonarios invadieron el terreno de juego, pero la serie estaba liquidada. Aquel 30 de mayo el Verdolaga consiguió el segundo, y por ahora último, título de su historia.
Más allá de los grandes nombres que tenía aquel plantel, hay uno que destaca por encima de todos: Carlos Timoteo Griguol. A costa de mucho trabajo, ese equipo estaba muy preparado tanto táctica como físicamente. Una dura pretemporada en las Sierras de Córdoba y exigentes entrenamientos en Pontevedra hicieron que los jugadores sean "soldaditos", según definió una de las piezas fundamentales del once, Víctor Hugo Marchesini.
Pese a que el conjunto del corazón de la Capital Federal venía cosechando grandes campañas -fue campeón del Nacional de 1982, subcampeón en el 81' y tercero en el 83'- ese iba a ser un campeonato de transición, debido a que a fines del año anterior se había desarmado la columna vertebral. Partieron Carlos Barisio, arquero con el récord de 1.075 minutos consecutivos sin recibir goles; Juan Domingo Rocchia, leyenda del club; Cacho Saccardi, máximo ídolo de la institución; y Miguel Ángel Juárez, goleador del título del 82'.
La falta de los ídolos y mejores jugadores del plantel la suplieron los que venían detrás de ellos, aquellos que eran suplentes de los grandes nombres y esperaban en el banco tuvieron su oportunidad después del gran éxodo. Eduardo Basigalup, Marchesini, Mario Noremberg, Roberto Gargini y Jorge Alberto Brandoni se impusieron como los nuevos titulares en el equipo de Griguol.
En un torneo con 32 equipos divididos en zonas de 4, los primeros dos pasarían a la fase final. Ferro consiguió salir primero e invicto del grupo que compartía con Altos Hornos Zapla, Instituto y Platense. Su camino al título en los partidos de eliminación fue contra Huracán, a quien venció por penales en una serie con todo el sufrimiento posible para los hinchas de ambos equipos. En lo que fue el séptimo intento para el verde, Héctor Cúper convirtió desde los 12 pasos el tiro ganador, pero el árbitro Barraza indicó que después de los 5 iniciales empezaba una "serie de 3 penales", sorprendiendo a todos los presentes que creían que se definía con el famoso uno a uno. Finalmente el "Ciruja" Garré convirtió y consiguió el boleto a cuartos.
En la próxima instancia lo esperaba un Independiente campeón del Metropolitano 1983, y con jugadores como Clausen, Villaverde, Trossero, Giusti, Marangoni, Bochini y Burruchaga. En Caballito fue empate 1 a 1, y en Avellaneda se definió en el alargue con gol de Carlos Arregui. En semifinales Ferro se cruzó con Talleres, y lo superó gracias a los dos goles de Hugo Marío Noremberg, uno en la ida y otro en la vuelta.
En la final todo se decidiría ante River, otro que había terminado invicto en su grupo, ganando cinco de los seis partidos. Dirigido por Luis Cubilla, el Millonario venció a Instituto en octavos, a Belgrano en cuartos de final y a San Lorenzo en semifinales.
El partido de ida de la final recibió a Ferro en un Monumental colmado por más de 50.000 personas, pintado en su totalidad de rojo y blanco y con una formación del equipo local que presentaba jugadores de primer nivel. En el arco estaba Nery Pumpido, quien tres años después saldría campeón del mundo con la Selección. Los mediocampistas que desfilaban por el centro de la cancha eran Enzo Francescoli, Américo Gallego, Roque Alfaro y el Beto Alonso.
Aunque el mundo del fútbol argentino esperaba a un equipo dispuesto defensivamente a salir de contra, Griguol y sus dirigidos a los 35 minutos goleaban 3 a 0 a River de visitante. En el partido más importante de la historia de Ferro, los protagonistas estuvieron a la altura y se volvieron a Caballito con gran parte del título en el bolsillo. De todas maneras, Timoteo bajó a tierra sus dirigidos apenas entraron al vestuario: "Tranquilos, muchachos. Esta semana hay que coserse el pistolín y tratar de estar lo mejor posible porque River es River", les dijo.
En el partido de vuelta el escenario estaba abierto para una remontada de los dirigidos por Cubilla, pero la ilusión se terminó apenas dos minutos después del pitazo inicial. De la mano de Adolfino Cañete y un cabezazo que quedó en la memoria de los de Caballito, Ferro se consagró campeón del Torneo Nacional por segunda vez en la historia. El partido terminó 20 minutos antes porque los hinchas de River, frustrados por el resultado, incendiaron los tablones de la tribuna visitante. Finalmente, el campeonato de transición significó nada más ni nada menos que una nueva copa en la vitrina.
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