Independiente se regaló una noche de ovaciones
Hubo para Marcone, el patrón, y para Mancuello, símbolo y goleador. También para Rey. Cambió el clima en el Libertadores y los hinchas se fueron felices.
Y un día cambió. El equipo cambió, el Libertadores cambió, se dio el click que todos estaban esperando: Tevez, los jugadores, los hinchas. Fue claramente otra la atmósfera que se respiró en el estadio del Rey de Copas. No es posible determinar desde dónde partió el contagio, eso que es tan viejo como el fútbol y marca la empatía y la simbiosis entre los que están arriba y los de abajo, pero se sintió desde el primer minuto.
Independiente goleó. Sí, goleó. Por más que el resultado diga 1-0. No fue un triunfo común y ni siquiera merece estar empañado por la polémica del final, el foul que sufrió un Rodrigo Rey ovacionado que segundos antes había metido una tapada bárbara. Él -el arquero salvador-, Iván Marcone -el hincha puesto a jugar, y a jugar en serio- y Federico Mancuello -el símbolo que volvió en la mala y que hizo el gol- se llevaron las ovaciones de la noche porque fueron la columna de este triunfo que, si el Rojo lo sabe aprovechar, puede marcar un antes y un después.
Para Marcone fue el primer gran reconocimiento. A ver: los hinchas lo valoraron como un tipo del palo, de ésos que fueron a todas las canchas a alentar y que vivieron lo mismo que ellos como uno más. Pero al volante central le faltaba una actuación como ésta para convertirse en el patrón y ganarse el grito sincero.
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A Mancuello le costó llegar a éste, su primer gol desde la vuelta al club. También había sido valorado que regresara a poner el pecho por el club, pero quizá nunca había sido tan decisivo como esta vez. Tanto le costó, tanto se le negaba el gol, que le tuvo que pegar dos veces. Después del primer intento, el fútbol le dio una segunda oportunidad y no falló.
Tan seguido se juega, tan rápido pueden cambiar las cosas que este mismo Independiente cuestionado porque venía de dos sin ganar, contra Central se fue aplaudido con esos aplausos que hacen doler las manos, que las dejan rojas, porque el equipo se recuperó en el resultado y está allá bien arriba peleando, pero fundamentalmente porque apareció. Y todos esperan que haya sido para quedarse.
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