Boca, el aula del Maestro Tabárez: "Me hacía leer y me tomaba examen"
Claudio Benetti tenía 19 años y un puñado de partidos en la Primera del Xeneize. “Busque sinónimos: usted tiene que estar preparado para cuando le toque dar una nota”, le decía el DT.
Antes de hacer el gol más importante de su vida y de ir a comer con Mirtha Legrand, a Claudio Edgar Benetti le daba terror enfrentar a los periodistas. A él casi no lo buscaban, es cierto, porque en el vestuario de Boca había tipos como Beto Márcico o Manteca Martínez. Pero si le tocaba hablar, se nublaba. Y Óscar Washington Tabárez, el Maestro, decidió tomar cartas en el asunto.
“Usted lea las primeras diez páginas de este libro y mañana me dice qué entendió”, le ordenó. Al día siguiente, lo llevó a un rincón del vestuario. Cada vez que Benetti repetía palabras, Tabárez lo frenaba: “Busque sinónimos”. El DT le explicaba que en cualquier momento iba a tener que hablar con los reporteros y que tenía que estar preparado, y que el 90 por ciento de los futbolistas usaba siempre las mismas palabras y que eso quedaba mal. “Piense y busque variantes -insistía-; esto es como el fútbol, que cuando le tapan una jugada usted tiene que buscar otra”.
Ese momento de “estar preparado” le llegó el 20 de diciembre de 1991. Benetti entró al equipo por la lesión de José Luis Villarreal y anotó el 1-1 ante San Martín de Tucumán, resultado que le alcanzó a Boca para cortar una sequía de once años sin títulos. Se colgó del alambrado, salió en todas las fotos, se convirtió en una celebridad.
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Cuando lo llamaron de la producción de Mirtha Legrand pensó que lo estaban cargando, pero jugar en Boca también implicaba esas cosas y Tabárez se lo había anticipado: “Me había enseñado a sentarme en la mesa, a comer con dos o tres cubiertos, y yo en Córdoba apenas tenía una cuchara y un vaso”. También recuerda que antes de la pretemporada le preguntó en qué había gastado el premio: “Cuando le dije que había comprado un departamento me dejó subir al micro; a otro, que se había comprado un auto, le dijo que tenía que venderlo”.
Para Tabárez, Maestro es un apodo y también fue una profesión. Cuando se retiró del fútbol por las lesiones, en 1978, hizo el curso de DT y paralelamente ejerció como docente y director de escuela, hasta que en 1987 asumió en Peñarol y tuvo que largar. Pero mantuvo aquella vocación incluso para manejar planteles repletos de estrellas -Boca, Milan o la Selección Uruguaya, entre otros- y sus enseñanzas trascendieron las canchas de fútbol. Benetti, por ejemplo, trabaja en un Centro Deportivo en Aldo Bonzi y busca sacar a los pibes de la calle. Y solo les pide una cosa: que estudien.
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*Esta nota fue publicada originalmente el 11 de agosto de 2020.
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